domingo, 13 de febrero de 2011

"¡Ahora vengo!"

Bibi corrio a buscar un paquete de "pitillos". El quiosco estuvo cerrado toda la tarde, seguramente lo iba a estar ahora, pero las ganas ganaban.

 Tres de febrero no es el mejor lugar para caminar tan tarde.  Fue pensando que bueno seria estar en una playa, ella sola viendo las estrellas, viendose a si misma....

Las luces de la cuadra la enceguecieron. No supo darse cuenta si estaba en Emilio Mitre o en "alguna de esas"... pero no supo ubicarse.  Si caminaba un poco mas, iba a poder doblar a la derecha y despues a la izquierda, el quisco de los enanos estaba cerca.

Siguió caminando mientras observaba las luces de las casas, indagando a lo lejos en busqueda de la esquina, pero no la podia ver.  Entonces se dio vuelta, le pareció raro que fuera tan larga,  detras solo habia penumbra.

 Diez, quince, luego veinte minutos... el ritmo de los pasos le ponia musica al largo silencio. En cualquier otro momento se hubiera perturbado, pero las luces transmitían una paz que lindaba con la felicidad. 

Las luces, pronto se convirtieron en estrellas y la calle en tobogan, las cerraduras  se divorciaban de las puertas y salian volando con alitas que las elevaban hasta la mismisima luna... Bibi ahora nadaba y sus problemas salian de sus orejas en forma de viboras que chillaban y se hacian polvo al verla cantar, las horas se convertian en dias, los escritorios en lagos y las promesas en montañas.

Bibi, cerro los ojos y decidio volver. Ahora estaba tocando el timbre de los polacos esperando que le den su paquete. Bibi sabia bien como soñar.