El maravilloso juego de la vida.
Ese rompecabezas que alimenta y destruye corazones.
Ese cofre de infinitos recursos y posibilidades.
Que parece cerrarse en cada invierno del alma y renace en cada verano del amor.
Ese es el juego para el que fuimos creados.
Juego absoluto.
El único posible.
El que nos convierte en pequeños dioses o en diminutos mortales
por Eduardo Cabral